Biofábricas: reconversión en insumos agropecuarios 

por Comunicaciones
Programa:Reconversión: experiencias sostenibles convincentes
BiomaPáramo, Bosque andino, Bosque subandino, Bosque seco
Línea base:Unidades productivas no cuentan con energía eléctrica 
Meta:Aprovechar el material orgánico proveniente de los predios para la elaboración de insumos agropecuarios
Responsable:Óscar Parra

El sector agropecuario siempre será un campo de tensiones interesantes, por ejemplo: rentabilidad a corto plazo o sostenibilidad de los servicios ambientales que se requerirán a largo plazo, expansión del área ganadera y agrícola o protección de los humedales, nacimientos y cuencas; incremento de la productividad por unidad de área o rentabilidad por unidad de área y, gravamen de áreas de conservación o incentivo a estas áreas, entre otros muchos dilemas a los que se viene enfrentando el campesinado desde tiempos remotos.

La llamada revolución verde emprendida a mediados del Siglo XX le confirió centralidad a los sistemas de producción intensivos en agua, sol, suelos, maquinaria, insumos agropecuarios y recursos financieros buscando una mayor productividad por unidad de área; en ésta cadena solo hay dos cosas inevitables y de total certeza: la compra en altos volúmenes de insumos agropecuarios y el cobro bancario; la cosecha se puede perder, los precios de la cosecha pueden variar, puede o no llover durante las siembras, el suelo se puede acidificar, los árboles habrá que tumbarlos porque la sombra reduce productividad, el gobierno puede autorizar importaciones justo en cosecha para rebajar el precio de las producciones internas, entre otros factores que ponen al productor en una montaña rusa donde se es rico un día y al poco tiempo estar enfrentando remates bancarios.

En contraste y desde una perspectiva ambiental, son cada vez más los productores agropecuarios que optan por la sostenibilidad del predio y sus procesos, la inocuidad y calidad de los alimentos, bajas tasas de endeudamiento, utilización de semillas tradicionales, agregación de valor a sus cosechas y en consecuencia, a la fabricación de la gran mayoría de sus insumos sean estos abonos, fungicidas o insecticidas, a partir de recursos sencillos y de bajo costo.

A estas prácticas y los procesos requeridos se les denominan biofábricas, unidades pequeñas donde se procesan las ofertas naturales del ecosistema para enriquecer los suelos con microorganismos, bacterias, residuos tratados, rocas con contenidos de calcio, fósforo o potasio, melazas, lácteos y harinas que combinadas en las proporciones y con los procedimientos adecuados mejoran la condición de los suelos, protegen las aguas y alimentan los cultivos para facilitar su producción. 

Adicional, se utilizan siembras asociadas que reducen las afectaciones de hongos e insectos y extractos vegetales de fácil consecución para la preparación de fungicidas e insecticidas que no intoxican el suelo, las plantas, los polinizadores, los trabajadores o los consumidores, propiciando quizá menos frutos pero de mejor formación, más llenos, con mejor sabor, inocuos para el consumo y a bajo costo, sin contabilizar los grandes costos que acarrea la intoxicación de quienes aplican carbamatos, organofosforados, piretroides y peor aún los neonicotinoides; sin contabilizar los costos morales y de salud que se transfieren a toda la sociedad y a la nación por enfermedades asociadas al consumo de alimentos impregnados con estas substancias.

Así lo han entendido las transnacionales que compran alimentos, cuando pasan los frutos por laboratorios que evalúan la inocuidad de lo que adquieren y en virtud de su calidad compran o no y estiman el precio, lo demás para corabastos y los colombianos. Lo más probable es que ésta práctica comercial logre conmover por el lado ecológico a los grandes aplicadores, o quizá los persuada por el lado de la billetera. Lo cierto es que en pocos años las pruebas de inocuidad se irán generalizando hasta en las plazas más pequeñas del país, aun cuando ésta no debería ser la razón suficiente para ir cambiando las prácticas agropecuarias.

Sea cual fuere el caso, las biofábricas vienen en auge y quisiéramos que así fuese a lo largo del Ecolectivo Nevados, ojalá en asocio con universidades que tengan laboratorios y expertos en nutrición vegetal, fitopatología y suelos.

El objetivo es que en cada centro poblado de los municipios del corredor se establecieran estas biofábricas como escuelas ambientales y agropecuarias, tendientes a surtir a los productores aledaños y facilitar su establecimiento progresivo en cada predio, manteniendo sistemas de investigación y monitoreo que permitan ir mejorando los procesos y estimando los beneficios técnicos, en salud, ambientales y financieros.

Como siempre insistimos, empezando por las periferias rurales hasta los centros y de allí a las grandes capitales, recordando que el cCorredor hace parte de la RAP Eje Cafetero y al mismo tiempo de la RAP Región Central donde se concentra cerca del 40% del PIB nacional a menos de 4 horas y casi el 25% de la población, que justamente es la más inclinada por exigir la inocuidad de los alimentos que consume.