Patrimonio inmueble

por Comunicaciones
Programa:Buen vivir: Calidad de vida urbana y rural
¿Dónde?:Ecolectivo Nevados: Corredor Socioambiental
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¿Con quién?
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Esta Agenda Socioambiental, como todo ejercicio grueso de prospectiva trae consigo una pregunta preliminar y permanente acerca de ¿quiénes hemos sido como naturaleza, sociedad, ciudadanos y colectivo? ¿Qué nos da peso en la cola para no volar al rolete en ésta geografía y en estos tiempos de ventiscas planetarias y locales?, porque en el fondo toda decisión presente que espere teñir el futuro debe dirimir con el pasado: salir de casa, “fallarle” a los progenitores y casarse, elegir una profesión o un deporte por mencionar algunos casos particulares. Pero notemos también que ello ha ocurrido en casi todas las guerras: se queman bibliotecas, se prescriben las cosmogonías de los vencidos, se construyen iglesias encima de los templos nativos o, se le cambia de nombre a las plantas, las aves y a la naturaleza en general, tratando de borrar el carácter sagrado con el que los nativos nombraban a todos esos otros sujetos del mundo, para poderlos reducir a objetos y mercancías con nombre en latín.  

Adicional, el área comprendida por el cCorredor continuando hasta Guayabal de Síquima y desde Alvarado hasta Honda, fue territorio Panche una población de rica cosmogonía, excelente orfebrería y cerámica, con calendario cósmico, una organización política bastante igualitaria sin discriminaciones de género y claro está aguerrida y por ello vilipendiada por los conquistadores e ignorada por nosotros. 

Fue sobre el patrimonio Panche que se erigió la colonia, las minas y las encomiendas en estos territorios. Fue sobre sus vías y sus espaldas que transitaron los conquistadores de paso hacia Santa fe de Bogotá, y poco después hacia las minas de la cordillera central. Fue sobre los panches que la expedición Mutis pudo traducir su saber ancestral al inglés y luego al Latín. Fue en sus aldeas del Magdalena que se asentaron las encomiendas y/o luego los centros poblados y por ahí, en nuestra memoria y prácticas sobreviven palabras y nociones de la salud según sea el exceso de luna o de sol o usamos plantas sanadoras.

Progresivamente van surgiendo iglesias y desapareciendo las deidades panches, la guadua, la paja y en barro que distinguían las viviendas de Guayabal hasta poco antes de la tragedia de Armero, fueron desapareciendo por la avalancha de construcciones heterogéneas y multipropósito para el asentamiento de damnificados en Armero Guayabal, por la misma razón Lérida se hizo irreconocible y el centro tradicional de Ambalema con sus andenes techados y centenares de postes de madera quedó cercado por un proceso de urbanización similar. El tejido social que enriquecía la cultura de estos poblados, fue sustituido por filas de personas desarraigadas y confundidas que erraban entre la casi nada y las instituciones que hacían casi nada, conglomerándose en carpas donde imperaba la soledad y la desconfianza, con poco que defender y menos el patrimonio, así había que escoger entre la carpa más años o lo que den.

En el clima medio de la cordillera emergió la construcción antioqueña de bahareque, guadua y tejas de barro, con construcciones relativamente homogéneas en cuanto al material, la altura de los techos, las puertas y los balcones; los volados para proteger a la sociedad de la lluvia y el sol, y andenes para facilitar el camino de los transeúntes. Las distinciones se evidencian especialmente en los colores, los calados de las puertas y contrapuertas, el zaguán, los calados, las cenefas y en algunos espacios según los usos requeridos por el propietario.  En el clima frio emergieron las casas de tabla parada, con características relativamente similares en lo estructural, pero ricamente diversas en los colores y detalles.

En general, podría afirmarse que es una arquitectura con magnificencia en tanto que destinaban parte del esfuerzo en volados y andenes que atendían las necesidades del transeúnte y facilitaban la socialidad en los encuentros casuales de camino al trabajo, el mercado o el estudio. Incluso en las áreas rurales se puede apreciar en los puentes que generalmente fueron techados o en las fondas y viviendas que contemplaban un lugar para el descanso y la vida social. Nadie pensaba que estas obras podían servir para ofrecer parte de la mercancía afuera del negocio y generalmente tenían una puerta de acceso lateral para ingresar la mula o el caballo a un parqueadero debidamente construido en el patio para no afectar a la ciudadanía o el espacio público; quienes no tenían ese parqueadero en la casa pagaban pesebrera y solo sacaban el vehículo para cargarlo frente al mercado o la cantina.

Esa estructura que equilibra rasgos relativamente homogéneos de conjunto y diversos en las artes particulares de cada vivienda, fundamentaba entonces una forma de vivir lo urbano que culturalmente estaba altamente regulada, incluso existía una cátedra de educación cívica que orientaba el comportamiento social y los hábitos individuales más pertinentes para la vida en común.

Igual ocurría en el campo, donde viviendas de las mismas características son bastante grandes para lo numeroso de las familias antiguas y las personas que trabajaban allí; en las haciendas cada cierta área había una vivienda más modesta para los partijeros, con espacio para sementeras y otra para la mula de cargar el mercado y la vaca para la leche, los techos eran altos, para dar cabida a un cielo raso amplio donde se puedan secar las cosechas, almacenar víveres e incluso alojar trabajadores en tiempo de cosecha. Adicional, cerca a la casa principal se erigían edificaciones para el beneficio de las  cosechas y las bodegas, que en su conjunto son verdaderas obras patrimoniales que por su mantenimiento y la modernización terminaron desmantelas.

También se pueden mencionar las iglesias, plazas de mercado, centros administrativos, zonas recreativas, zonas arqueológicas, parques de memoria como el proyectado en Armero, parques ambientales como el proyectado en el Líbano, zonas de belleza natural entre muchos otros, y muy importantes: los acueductos comunitarios como patrimonio de servicio, de articulación cultural y de evidente articulación de la comunidad con la cuenca.

Visto así, el patrimonio material-inmaterial es un referente básico para formar ciudadanos y construir sociedad, sin lo cual cualquier iniciativa privada pierde contexto, sentido, valor y sostenibilidad. Patrimonio, ciudadanía y sociedad son un organismo en permanente reciprocidad: el patrimonio requiere arraigo y lo favorece en la ciudadanía y la sociedad; requiere magnificencia y la favorece en sus habitantes; requiere memoria y también la brinda; invita al orden y también lo demanda; el patrimonio expresa hospitalidad y la inspira en los ciudadanos; testimonia la trascendencia y la permite en el obrar de los habitantes; en resumen, el patrimonio material-inmaterial sintetiza el cuidado de sí, de los otros y de todo lo Otro como unidad siempre creativa entre la memoria y el porvenir de nuestras obras presentes.

Por todo lo anterior, hemos realizado exploraciones en el tema con docentes de la facultad de artes y arquitectura de universidad Nacional de Colombia de la Católica de Bogotá y de la Católica de Los Santos Brasil y con personas cercanas a la asociación Selva, a partir de las cuales vemos la importancia de conformar un laboratorio de patrimonio inmaterial y arquitectónico, ojalá tomando como núcleo central la facultad de Artes y Arquitectura de la universidad Nacional por contar con profesionales altamente calificados y grupos de investigación con trayectoria en el tema. Esto, en coordinación permanente con la división de Patrimonio del ministerio de Cultura, Artes y Oficios, Ministerio de Educación, gobernación, alcaldías, organizaciones sociales y núcleos de ciudadanos interesados.  

Claro está, vinculando progresivamente las universidades regionales, otras instituciones y otras esferas del conocimiento, dado que a medida que se esclarezca y avance en los temas patrimoniales necesariamente se llegará a los bordes urbanos, vivienda, urbanismos, mobiliario, luminarias, zonas verdes y si se pudiera decir, al diseño de eco ciudades y paisajes rurales desde sus particularidades naturales, culturales y socioeconómicas. No exactamente para obtener plata de los foráneos, sino más bien para brindar el mayor grado de bienestar espiritual y material a propios y ajenos.

¿Qué porvenir en este tema o en muchos otros se puede sostener en poblaciones donde tiende a imperar el desarraigo, el rebusque, el corto plazo, la informalidad en muchas esferas, el desorden, el ansia rentista, la ausencia de memoria y el no futuro?  He aquí la importancia del patrimonio como articulador estructural entre la nostalgia y la utopía.